Si buscan en este blog la palabra "Alicia", encontrarán la verdadera historia de Lewis Carroll, o Charles Lutwidge Dodgson; su nombre verdadero. Ahí les cuento de su insana obsesión por las niñitas y de cómo la proyección de su obra puede ser un testimonio real de una niña abusada y torturada.
En este post te cuento de sus posibles patologías, bien relatadas en la obra y a descripción de mi sentido común, muy explícita.
Ahora, para dejar claro el horror por el que pasó Alicia, enlistaré algunas de sus patologías:
Macropsia: Síndrome donde la persona puede sentir que su cuerpo entero o partes del mismo se alteran en tamaño y forma y que los objetos se encojen o se agrandan, se alejan o se acercan. Esta patología no es un problema visual, sino un trastorno en la forma en que el cerebro toma y procesa la información entrante. La percepción de objetos como más grandes de lo que son.
Delirios de persecución. Se manifiestan con la creencia paranoide de que se es maltratada y perseguida por los demás.
Esquizofrenia: Durante la infancia se manifiesta como un gran impedimento para tomar decisiones, desconfiar de todos ya que siente salir lastimado, ver y oír cosas que no son reales.
Simple negación: Enterarse por un gato que uno está loco no ha de ser fácil así que el enfermo entra y sale de su alucinación como método de evasión y de un incontrolable ciclo donde el mundo real hace daño y el imaginario también.
Al final contiene una críptica declaración de amor que hace alusión al mismo autor hablándole a la niña en sus tres últimos versos recitados por el conejo: («esto deberá ser para siempre / un secreto, que todo el mundo ignore, / entre tú y yo»).